Fondo de emergencia vs seguro de gastos médicos
La discusión no es “uno u otro”, sino “cómo se complementan”. El fondo de emergencia protege tu flujo de efectivo ante imprevistos cotidianos: una llanta ponchada, una reparación de plomería o una infección que requiere consulta y medicinas. El seguro de gastos médicos mayores (SGMM) protege tu patrimonio ante eventos que no podrías cubrir sin endeudarte por años: cirugías, hospitalizaciones y tratamientos costosos. Si entiendes dónde empieza y termina cada uno, tu familia tiene resiliencia financiera.
1) ¿Cuánto necesito en el fondo?
Regla general: 3–6 meses de gastos fijos. Ingreso variable, freelance o negocio propio: 6–9 meses. El cálculo se basa en gasto “de supervivencia” (renta/hipoteca, comida básica, transporte, servicios, educación y mínimos de deuda). Ejemplo: si tu gasto base es $22,000 MXN, tu objetivo inicial es $66,000–$132,000 MXN. Guarda el fondo en instrumentos líquidos y de bajo riesgo: cuenta remunerada sin comisiones o CETES 28 días con reinversión automática, listos para retirar en caso de emergencia.
2) Cómo escoger el seguro
Compara cuatro variables: suma asegurada, deducible, coaseguro y tope de coaseguro. La suma asegurada debe ser suficiente para eventos de alto costo en tu zona. El deducible debe “caber” en tu fondo (idealmente, poder pagarlo dos veces). El coaseguro es el porcentaje que compartes con la aseguradora; busca un tope bajo (límite máximo anual de coaseguro). Revisa la red hospitalaria y exclusiones. Si tienes acceso a IMSS/ISSSTE, un SGMM con deducible algo mayor puede abaratar la prima; tu fondo cubriría deducible y copagos cuando elijas atención privada.
3) Estrategia combinada en tres pasos
- Arranque rápido: reúne un mini-fondo de 1 mes en 30–60 días vendiendo cosas que no usas y recortando fugas. Contrata un SGMM con cobertura adecuada para el sostén de la familia. Si el presupuesto lo permite, asegura a todos.
- Escalamiento: crece el fondo hasta 3–6 meses con aportaciones automáticas. Negocia la prima de tu seguro cada año y ajusta deducible/coaseguro según tu capacidad de cubrirlos con el fondo.
- Consolidación: cuando el fondo alcance su meta, dirige nuevas aportaciones a metas de mediano y largo plazo (educación, retiro, vivienda), manteniendo la póliza al día.
4) ¿Cuándo usar el fondo y cuándo el seguro?
Gastos menores (consultas, análisis sencillos, medicinas, reposiciones caseras): usa el fondo; no todo conviene meterlo a la póliza por deducibles. Eventos serios (fracturas, cirugías, hospitalización): utiliza el seguro; tu fondo cubre deducible, coaseguro y gastos no cubiertos (ambulancia fuera de red, ciertos insumos). Tras usar el fondo, prioriza reponerlo con aportaciones extra, bonos o ingresos adicionales.
5) Errores comunes que encarecen la protección
- Tener un deducible que no puedes pagar. Resultado: terminas aplazando atención o endeudándote.
- No conocer el tope de coaseguro. En un evento grande, la sorpresa puede ser muy costosa.
- Usar el fondo para gastos planificables (vacaciones, gadgets). El fondo se queda sin músculo cuando de verdad lo necesitas.
- No revisar la póliza anual. Puedes mejorar costo-cobertura al renovar o migrar de plan.
6) Presupuesto y salud preventiva
Tu presupuesto mensual debe contemplar: prima del seguro, apartado de salud preventiva (chequeos, dental, lentes) y una pequeña “bolsa médica” para consultas sin afectar el fondo. Invertir en prevención (nutrición, ejercicio, sueño) reduce la probabilidad de usar la póliza y el fondo. No se trata de gastar más, sino de gastar con intención.
7) Checklist anual de tranquilidad
- Fondo ≥ 3 meses (ideal 6–9 si ingreso variable).
- Póliza vigente, hospitales de tu zona y tope de coaseguro conocido.
- Deducible cubierto al menos dos veces por tu fondo.
- Directorio médico actualizado y documentos a la mano.
Con un fondo sólido y un seguro bien elegido, tu familia duerme más tranquila. No es gastar por gastar: es diseñar un sistema que absorba golpes y preserve tus metas a largo plazo.